Actividades con los chicos en casa en tiempos de coronavirus

por | 16/03/2020

Estamos en tiempos de pandemia, que requieren que muchos nos quedemos en casa porque se suspendieron las clases, o porque la familia está en cuarentena, o porque decidimos “guardarnos” por unos días. Es un momento de incertidumbre, en el que nuestra vida cotidiana cambia y tenemos que adaptarnos al escenario de estar todos (chicos incluidos) en casa mientras esperamos que la ola de contagio pase y, ojalá pronto, las cosas vuelvan a la normalidad.

Y ahí viene la pregunta del millón: ¿qué podemos hacer con los chicos en casa? ¿Cómo aprovechar ese tiempo “adentro” para generar oportunidades para aprender y compartir en familia? 

Una idea que puede ayudarnos a pensar actividades para hacer con los chicos (¡especialmente cuando no se nos ocurre nada!) es la de las inteligencias múltiples. En los años ochenta, el psicólogo Howard Gardner introdujo un concepto que replanteó de raíz el propio concepto de “inteligencia”. Luego de analizar los casos de “genios” (personas con talentos muy exacerbados como los prodigios musicales, matemáticos o literarios), estudiar los efectos de lesiones cerebrales sobre ciertas capacidades específicas y observar numerosas evidencias del desarrollo cognitivo de poblaciones en todo el mundo, propuso la existencia de diferentes tipos de inteligencias.

Pensando en la educación de los chicos, uno de los aspectos más importantes de esta teoría es la posibilidad de concebir en la inteligencia no como una “cosa”, sino como un repertorio, un abanico de capacidades que vale la pena nutrir. En este conjunto, Gardner identificó ocho inteligencias diferentes:

  • Lógico-matemática: es la capacidad de resolver cálculos, problemas abstractos y juegos de estrategia, analizar variables, razonar de manera lógica e identificar patrones numéricos. 

  • Lingüística: implica la capacidad de comunicarnos en distintos formatos basados en lo verbal: leer, escribir, debatir y comprender lo que otros nos dicen.

     

  • Musical: es la capacidad de interactuar con instrumentos o modos de producir sonido en general y de crear e interpretar música.

     

  • Cinético-corporal: se refiere a la capacidad de usar el propio cuerpo para resolver problemas (como cuando le pegamos a una pelota para meterla en un arco) o para expresar nuestros sentimientos (como cuando bailamos).

     

  • Espacial: es la capacidad de entender y pensar sobre el espacio, por medio de imágenes. Usamos esta inteligencia cuando nos orientamos o interpretamos un mapa, cuando visualizamos un objeto desde múltiples perspectivas, cuando construimos o armamos rompecabezas.

     

  • Naturalista: ponemos en juego este tipo de inteligencia cuando observamos la naturaleza o los elementos que se encuentran a nuestro alrededor. Gardner especula con que los orígenes de este tipo de inteligencia provienen de la necesidad de los cazadores-recolectores de identificar patrones y cambios en el ambiente, en los comienzos de la humanidad. Se describe como la capacidad de percibir las relaciones que existen entre varias especies o grupos de objetos y personas, mediante la identificación de patrones, semejanzas y diferencias, y la elaboración de clasificaciones.

      

  • Intrapersonal: implica la capacidad de conocernos a nosotros mismos de manera profunda, de modos que nos permiten comprender y guiar nuestro comportamiento. Una persona con alta inteligencia intrapersonal tiene un modelo de sí que le permite trabajar con sus propias emociones e interactuar de maneras positivas con su entorno. Se relaciona con la capacidad de plantearse y sostener metas relevantes, evaluar fortalezas y limitaciones personales, controlar los impulsos o persistir a pesar de las frustraciones.

     

  • Interpersonal: involucra la capacidad de leer las emociones de los demás e interactuar con otros de maneras fructíferas. Está vinculada a la habilidad de cooperar con otros, de “ponerse en los zapatos ajenos”, de interpretar los deseos y necesidades de los demás y de liderar un grupo. 

Muchos especialistas debaten con fervor sobre el número de inteligencias diferentes que identificó Gardner. ¿Son ocho, realmente? ¿Hay algunas que se solapan? ¿Nos estamos olvidando de otras inteligencias importantes? ¿Hay una inteligencia más general que solapa varias de las anteriores? 

Para los fines de qué hacer con los chicos en casa, y en mi rol de educadora y de madre, no me importa demasiado si se trata de ocho, once o cuarenta y tres. En este caso, no estamos mirando la idea de inteligencias desde el punto de vista de la ciencia cognitiva. Lo poderoso del concepto de inteligencias múltiples es que pone sobre la mesa el valor de otros tipos de talentos sumamente relevantes para la vida que siempre fueron considerados “menores”, debajo de la tradición académica pura.

A continuación les propongo algunas estrategias posibles para trabajar las distintas inteligencias en familia (que, por supuesto, irán variando con la edad de los chicos) que forman parte de mi libro “Guía para criar hijos curiosos” (Siglo XXI Editores).  

  • Lógico-matemática: Jugar a juegos de mesa que involucren la lógica o el cálculo mental, como el dominó, la escoba de quince, el ajedrez o el 1000 (con los dados). Medir los objetos de la casa de distintas maneras (pesar, medir longitudes con diversos instrumentos). Resolver acertijos matemáticos. Crear y después descifrar un código secreto. Aprender a programar con plataformas como Scratch Junior, Lightbot o Pilas Bloques. Hacer cálculos mentales en situaciones de la vida cotidiana (cuando pensamos, por ejemplo, en qué tenemos y qué nos falta o en cómo repartir lo que hay entre varias personas). Hacer experimentos para responder preguntas y analizar los resultados.

     

  • Lingüística: Inventar historias cortas entre varias personas, como en el juego “cadáver exquisito”. Escribir cartas para alguien que vive lejos. Escuchar o leer cuentos y conversar después sobre el relato (como ampliamos en el video al final de este artículo). Buscar nueva información en la web o en libros sobre algo que apareció en ese relato para seguir explorando el tema. Crear y escribir las instrucciones de un juego. Jugar con letras y palabras en juegos como el Scrabble. Crear una canción, un poema o un rap sobre un tema. Inventar las instrucciones de una búsqueda del tesoro para que otros hagan (por ejemplo, los chicos escriben las instrucciones para nosotros los adultos).

     

  • Musical: Inventar canciones, cantar juntos, encontrar qué instrumentos hay “escondidos” en una canción. Grabarse con el celular cantando y volver a escucharse. Inventar modos de acompañar una canción haciendo percusión con el cuerpo o con distintos elementos. Jugar con diferentes ritmos, tocar un instrumento, crear la melodía para un poema, musicalizar una historia.

     

  • Cinético-corporal: Bailar, crear coreografías, seguir secuencias de movimientos con el cuerpo. Practicar la motricidad fina con juegos como el de atrapar objetos con palitos- Jugar al dígalo con mímica.

     

  • Espacial: Construir con bloques o materiales reciclados. Usar masa o arcilla para esculpir objetos. Representar situaciones a través de imágenes o esquemas. Jugar a juegos de orientación como la “gallina ciega”. Llevar a otro con los ojos tapados de una punta a otra de la casa dándole instrucciones sobre hacia dónde moverse. Dibujar y leer mapas que lleven a un “tesoro” escondido en casa.

     

  • Naturalista: Observar y cuidar seres vivos (mascotas, plantas). Registrar cómo crecen a lo largo del tiempo, armar una bitácora donde escribamos los resultados. Recolectar elementos de la naturaleza (hojas, bichos, piedras) para dibujarlos o clasificarlos y armar un álbum o una colección. Buscar patrones en los objetos (como en “¿qué tienen en común todos estos insectos?”).

     

  • Intrapersonal: Escribir las ideas y sentimientos en un diario. Hacer una cápsula del tiempo en la que los chicos guarden aquellos tesoros que son importantes para ellos y se escriban cartas a sí mismos para volver a abrir esa caja en unos años. Sacar fotos de cosas que nos llamen la atención y comentarlas después. Armar un plan para aprender algo nuevo. Armar una lista de las cosas que queremos hacer en el día para aprender a organizar el tiempo.

     

  • Interpersonal: Hacer juegos que requieran colaborar con otros, como carreras de postas y armado de construcciones grupales. Conversar sobre qué cosas funcionaron bien en el grupo y por qué, y qué se podría hacer para mejorar las que no resultaron tan bien. Enseñar algo que sabemos a otra persona (por ejemplo, grabando un tutorial en video). Planear un “campamento” dentro de casa (por ejemplo, armando una carpa casera con mantas y sillas) y armar entre todos la lista de cosas que queremos llevar.

Ojalá la lista anterior los ayude a despertar ideas (¡y a identificar cosas que ya hacen!). Seguramente ustedes tendrán muchas otras que vale la pena compartir. En estos años de trabajo con madres y padres me sorprendo y maravillo cada vez con la inventiva que tenemos todas las familias. 

Aquí van a encontrar un documento con recursos asociados a la lista anterior y otros recursos y actividades compiladas por mí y otros educadores y familias. 

Quedarnos en casa puede darnos una oportunidad impensada de conectar con nuestros hijos: pasar tiempo juntos sin apuro, jugar por jugar y charlar por charlar. No se trata de desplegar ideas sofisticadas. Se trata, ni más ni menos, de encontrarnos y disfrutar de la mutua compañía. 

 

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