Agnosticismo etario: el nuevo marketing para los 50+

Por Sebastián Campanario

A los 82 años (ya casi 83), Israel “Cacho” Lotersztain ya va por algo así como su quinta carrera universitaria. Como tuvo una infancia muy pobre, en una pieza donde vivía con su familia de polacos emigrados en un inquilinato de La Paternal, no pudo estudiar de entrada Historia, que era lo que le gustaba. Se anotó en Ingeniería, años más tarde hizo Física en Inglaterra y, tras una carrera comercial exitosa, a los 60 años completó Historia –su deseo frustrado- en la UTDT y luego un doctorado en ciencias sociales en el IDES.

Israel (o Cacho) me contó su fascinante historia para una nota que se publicará este fin de semana en la tapa del suplemento Sábado de La Nación. Su quinta carrera (la actual) es arqueología bíblica, para lo cual está en permanente contacto con académicos de medio oriente, con el objetivo de escribir “una historia agnóstica del Antiguo Testamento”. “Yo soy agnóstico”, me aclaró.

El término me hizo acordar de inmediato a uno de los conceptos más interesantes y útiles que tiene el nuevo marketing para los 50+: el del “agnosticismo etario”.

El término “agnosticismo” tiene su raíz etimológica en la palabra griega ágnostos, que significa “incognoscible”. En lo que respecta al marketing para la segunda mitad de la vida implica que no suele ser muy eficiente pensar en “apuntar” una estrategia sólo al grupo senior, sino tratar de ser inclusivo para todas las edades. Eso es lo que sirve.

Básicamente, consiste en hacer políticas, productos o servicios que incluyan a todos los segmentos etarios. Un ejemplo claro y concreto es lo que pasó con el Smart-watch (reloj inteligente) de Apple: sus productos en un principio fueron adoptados por la población adulta por ser muy simples e intuitivos para usar y después fueron comprados masivamente por todos, desde jóvenes hasta personas de más de 90. Y mal no le fue a la compañía fundada por Steve Jobs con esta idea: estamos hablando de una de las empresas más valiosa del mundo.

Hay otros ejemplos: los barrios adaptados Summerset, en Nueva Zelanda (con centros médicos de última generación), tienen una comunicación que apunta a seducir nuevos propietarios de cualquier edad. Muy lejos de las publicidades de condominios en Boca Raton, con personas de cabello plateado en la playa con un perro labrador.

Tiempo atrás, hablando con una experta en esta agenda me comentaba cómo durante la pandemia le tuvo que hacer trámites bancarios a una tía que no podía salir de la casa y se dio cuenta que la experiencia de usuario bancaria era malísima e incomprensible para cualquier edad. El agnosticismo etario vale, como se ve, para las experiencias de marketing positivas y también negativas.

Sebastián Campanario

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