Cómo cambiar la heladera

16/08/2020

Herramientas para decir por Gerry Garbulsky, profe de Vivan las Ideas

Al final del encuentro de Vivan las Ideas que dedicamos a cómo mejorar nuestra capacidad de decidir, les conté a los participantes del curso esto que me pasó.

La heladera que tenemos en casa está en las etapas finales de su vida. Ya la arreglamos varias veces, pero es una máquina de condensar hielo y agua en lugares donde no debería haber hielo o agua y, cuando arranca el compresor, me da la sensación de que va a salir volando. 

Entonces, hace unas semanas decidimos con mi esposa que queríamos comprar una heladera nueva. Y yo creía que esa era la decisión difícil, la de cambiar la heladera. 

No sé si compraron una heladera recientemente. Es bastante plata y una heladera debería acompañarnos por décadas. Entonces hay mucho en juego y no quiero equivocarme. Me propuse evaluar todas las variables relevantes. Acá están las que identifiqué:

  • volumen (medido en litros)
  • medidas, especialmente el ancho y la altura, para que entre en el espacio que tenemos en la cocina
  • marca (reputación, servicio, repuestos)
  • origen (me dicen que las fabricadas en ciertos países son mejores)
  • puertas verticales u horizontales
  • funcionalidades: aparte de heladera y freezer, pueden tener dispenser de agua, fábrica de hielo, puerta chiquita para no perder el frío para usos frecuentes, puerta transparente para ver lo que hay adentro antes de abrir
  • eficiencia del consumo energético (desde A+++, hasta D)
  • ruido (medido en decibeles)
  • precio

 Algunas de las variables son más importantes que otras. Decidí que necesitaba un volumen mínimo dadas las bestias que tengo en casa, que no tenga más de 1,80 m de altura para que entre, y que sea consumo A+ o mejor (no entiendo bien cómo es esto del consumo, pero quiero sentir que protejo al planeta). Con eso, me digo, voy a filtrar los modelos disponibles y voy a usar las otras variables para elegir el mejor para comprar.

Entonces fui al negocio de heladeras más grande de mi barrio con un anotador para identificar la mejor heladera para nuestras necesidades.

¡Llegué y había infinitas heladeras!

Se me acercó un vendedor y me preguntó qué estaba buscando. Casi con lágrimas en los ojos, le dije ¨una heladera¨. Intenté que me ayude, pero después de un rato le dije, ¨dejame que mire un rato las opciones¨. No todas tenían de manera visible la información que buscaba, pero después de un rato, encontré la heladera perfecta.

Cuando estaba por pagar, pregunté cómo era el tema del envío y después de coordinar los detalles, el vendedor me preguntó si estaba seguro que entraba en el ascensor y si pasaba por las puertas para llegar a la cocina. Uh, esperá que voy a medir y vuelvo.

Llego a casa, mido, creo que sí pasa, aunque no estoy seguro, quizá tengan que desmontar la puerta de la heladera para que pase. 

Ya decidido a correr ese riesgo, le cuento todos los detalles a mi amigo especialista en heladeras (¿vieron que todos tenemos un amigo especialista en heladeras?).  También comparto con él lo contento y orgulloso estaba con mi proceso de elección de la mejor heladera y que pronto la iba a tener en casa. 

Y mi amigo me dice ¨¿te fijaste si los estantes de la heladera son de vidrio o de plástico? ¡Mirá que las heladeras con estantes de plástico no duran mucho!¨

Eso pasó hace 3 semanas. No volví al negocio. El vendedor debe seguir ahí esperándome y nuestra heladera vieja sigue acumulando hielo y ronroneando en nuestra cocina. 

Gerry Garbulsky