Si quieres venir al seminario «Perlas de la filosofía» y tener una clase por semana para nutrir la vida de sabiduría milenaria, puedes ver más aquí: https://institutobaikal.com/perlas-de-la-filosofia/

Conocimientos encanecidos por los años

Por Christián Carman

En el año 2002, Javier se había ido con unos amigos a pasar Semana Santa a Córdoba. Hacía poco que se había recibido como profesor de filosofía y se merecía unas minivacaciones. Pero el Jueves Santo, él y sus amigos tuvieron un terrible accidente con el auto. Javier fue el más lastimado. Estuvo en coma un tiempo largo. Entre muchas otras complicaciones, sufrió una fractura de cráneo. Lo operaron rápido y con éxito. Salió del coma, pero perdió la memoria. Se había olvidado de muchas personas, de experiencias profundas de su vida y no lograba reconocer lugares familiares. También se olvidó de absolutamente todo lo que había estudiado. Lentamente fue recuperando la memoria personal, pero la filosófica tardó más. Me acuerdo de que nos juntamos muchas veces con Javi para repasar temas de filosofía. La experiencia era increíble. Yo le hablaba de Platón como si nunca lo hubiera escuchado en su vida. Él sentía que todo lo que le decía lo sabía, pero se activaba en él como si fuera un recuerdo lejanísimo. Sentía que era la primera vez que pensaba en eso en muchísimo tiempo, como si se tratara de un acontecimiento de su infancia. Estaba todo ahí, pero había que despertarlo. De a poco fue recuperando todo. Hoy es un gran profesor de filosofía.

Entre los textos que repasamos estaba el Timeo de Platón. Allí cuenta que una vez Solón, uno de los siete sabios de Atenas, estaba de visita en Egipto. Reunido con un grupo de intelectuales y religiosos, quiso hacer gala de la antigüedad de los griegos. Empezó a hablar de sus antepasados y calculó delante de ellos el tiempo transcurrido desde la fundación de Grecia hasta él. Pero un viejo sacerdote egipcio le clavó la mirada y le dijo: “¡Ay, Solón, Solón!, ¡vosotros los griegos seréis siempre niños! ¡no existe el griego anciano! tenéis almas de jóvenes, sin creencias antiguas transmitidas por una larga tradición y carecéis de conocimientos encanecidos por el tiempo.”

Claro, los egipcios eran para los griegos de esa época, algo parecido a lo que los griegos son hoy para nosotros: una antigua civilización llena de sabiduría. Pitágoras, Tales de Mileto y prácticamente todos los sabios griegos habían viajado a Egipto y tomado de allí su sabiduría. Es cierto que, en esa época, los griegos eran todavía una civilización muy joven. Pero el sacerdote no le dice que son niños en ese momento, sino que serán siempre niños. Jamás tendrían pensamientos encanecidos por los años porque, según ellos, cada tanto había catástrofes naturales a nivel global que destruían la civilización y tenían que empezar todo de nuevo. De una civilización a otra, no se conservaba ningún conocimiento. Estas catástrofes periódicas destruían a todas las civilizaciones, menos a los egipcios. Ellos habitaban una zona privilegiada porque el Nilo evitaba las inundaciones y los calores excesivos. Por eso ellos conservaban la historia desde sus comienzos. La propia y la de las otras civilizaciones.

Como cuando repasábamos filosofía con Javi, el sacerdote egipcio le empezó a contar a Solón las historias pasadas de los griegos que ni él ni ningún griego actual conocía. Los egipcios eran, de alguna manera, un resguardo de los valores, creencias, historias y hazañas de los griegos. Los conservaban a través de cada catástrofe y se los devolvían. Al hacerlo, en cierto sentido, les devolvían también su propia identidad, la más originaria y genuina.

A nosotros también, muchas veces, las catástrofes que vivimos nos hacen olvidar nuestro pasado, quiénes somos, cuáles son los valores que nos definen. No está de más que cada uno busque su sacerdote egipcio para charlar y recuperar, así, su propia identidad.

Christián Carman

Si quieres recibir contenido gratuito y novedades de cultura general suscríbete aquí:

Cultura General