Economía innecesaria y los tiempos de la curiosidad

31/07/2020

Javier Ahusborde, alumno de Economía de la pasión.

La charla de Campa fue brutal, además de ser interesante en su contenido representó para mí, una confirmación de algo que evidentemente rondaba por mi cabeza, y cuando alguien lo puede resumir con claridad y eficiencia recién ahí lo incorporamos como algo cierto.

La clase estuvo bien enfocada, dispuesta con total actualidad, con hechos y casos concretos, pero desconocidos para mí. Valoro esto último como clave para entender una idea concreta, ya que al existir tan abundante, y a veces inútil información en la Web, si nadie la puede compaginar y resumir, no sirve.

Lamentablemente no pude terminar la clase ya que finalizando la misma se apagó mi móvil. Además, a mitad de la exposición de Campa, inesperadamente  tuve que asistir a mi hija cuando me solicitó ayuda, se había cortado un dedo tras la rotura de un plato y sabemos que estas pequeñas heridas no paran de sangrar. Mientras curaba con alcohol su ensangrentada falange y gestionaba un torniquete con algodón y cinta de pintor, maniobra rústica pero muy efectiva. A pesar de sus gritos pude continuar escuchando la clase con mis auriculares, estoicamente. Al momento no pude pensar mucho al respecto, pero por la noche tuve algunas reflexiones sobre todo lo sucedido que me gustaría resumir.

Me está quedando bastante claro que la tecnología que ahora muchos utilizamos llegó para quedarse. Todas estas aplicaciones que permiten realizar conferencias online ya existían, pero ahora realmente las necesitamos. Estas nos ofrecen al momento del trabajo o del aprendizaje una practicidad absoluta, la cual nos acerca a la calidez que solo nuestro hogar tiene. Sin embargo, estas cuestiones privadas que allí acontecen ponen en riesgo nuestra atención y concentración tanto en una clase como en una reunión laboral, porque lo que sucede con nuestra familia y con nuestro hogar tienen evidentemente siempre nuestra prioridad, el desafío será poder adaptarnos a esas circunstancias.

Posteriormente pude reflexionar más.

La economía nos explica el porqué de lo que hacemos todos los días y cómo nos comportamos ante la eterna escasez de los recursos que necesitamos para subsistir, siempre fue así. Sin importar la época en que nos haya tocado vivir, en todas siempre prevaleció la angustiante idea sobre la carencia, o la insatisfacción por no poseer lo que nos permitiría sobrevivir dignamente. Alimentos, vivienda, salud, protección, cultura, algo en que creer, diversión, o lo que fuera que nos faltara para sentir que nuestra vida tenía algo de sentido. Recursos físicos o espirituales que necesitamos, y que no siempre podíamos tener.

Actualmente la situación es diferente, si bien la escasez existe para la mayoría de las personas, puedo creer que quienes estuvimos en este curso podemos contar cierto ingreso suficiente para adquirir esos recursos primordiales y necesarios para la vida moderna. Al cubrir esas necesidades y al dejar de preocuparnos por su obtención, nuestro tiempo se vuelve más flexible, de manera que una vez que terminamos de trabajar, las nuevas alternativas tecnológicas pareciera que abren caminos casi infinitos para ver, escuchar, aprender o incluso para seguir trabajando y ganando más dinero. Esta última situación nos permitirá comprar más cosas que probablemente no necesitemos tanto.

Contratamos cada vez más especialistas de servicios que podrían quizás evitarse. Un jardinero, alguien que limpie nuestra casa por nosotros, lavadero de autos o  de perros, sencillos arreglos hogareños que preferimos que otros hagan. Sabemos que son innecesarios y podemos hacerlos nosotros mismos, pero nos gusta asignarle mucho valor a estos porque siempre decimos que no tenemos tiempo para nada. ¿Seguro?

En la era moderna nos sobra mucho tiempo libre para desear otras cosas que no son las necesarias, cuando esas ya las cubrimos nos pasamos horas buscando alternativas rápidas por la web o en las redes sociales que puedan llenar algún vacío existencial o simplemente ocupar el tiempo libre con algo. 

Lo que Campa logró plasmar en esta clase fue muy interesante, sentenciando ideas que se mantuvieron resonando en mi cabeza y entendiendo que quizás haya llegado la hora de quienes no vamos a transformar el mundo. Todos podemos ser parte de esta economía de lo innecesario y cada uno de nosotros puede ser un experto en algo o quizás, sin saberlo, podamos ofrecerles a otras personas alguna certeza o verdad que desconozcan y que sea de su interés poseer. Nuestro cerebro no nos permite conocer toda la información del planeta por el solo hecho que esté disponible en Google, pero tal vez podríamos profundizar temas muy particulares que nos generen simple curiosidad, explicados por expertos en ese tema.

Lo que para mí fue una revelación es que quizás sea hora de dejar de pensar en idear algo sumamente novedoso que logre cambiar el mundo para siempre, para que nuestros ancestros se puedan sentir orgullosos de nosotros allá en el limbo o donde realmente se encuentren. Este concepto está sumamente incorporado en el colectivo de emprendedores, y por eso siempre se espera que la idea sea suficientemente poderosa como para transformar nuestras vidas para siempre. Pero ahora que mucho de lo necesario está cubierto, podemos darle a nuestro prójimo algo que realmente no necesite, pero por el hecho no menor de ser tan económico y accesible, considere pagar para conseguirlo.

Volviendo a la idea que para mí fue central de las que expuso Campa, quizás no sea necesario tener que conseguir 10.000 personas que quieran pagarnos 100 dólares al año para darnos la mediocre chance de poder volvernos millonarios. Hoy en día va a ser algo difícil ya que todos cuidaremos mucho más nuestro bolsillo, esta cuarentena va a destruir sin dudas a la economía tradicional. Quizás podríamos conseguir solo 100 personas que nos paguen USD 100 al año, o quizás 10.000 personas que se desprendan anualmente de solo USD 1 y que gracias a esta ecuación pudiéramos tener una vida con trabajo, educación, salud y ocio.

La comodidad nos ha invadido y nos ha quitado la capacidad de resolución que siempre el hombre tuvo en el tránsito de su vida, nos estamos volviendo más dependientes al trabajo de especialistas que encontramos en Youtube. Pero, el simple hecho de ver un video que enseñe a construir una mesita de luz no nos hace carpinteros. Tal vez en el muy cercano futuro surgirán trabajos, o mejor dicho medios de vida para que gente apasionada por alguna cuestión muy particular pueda destinar su energía a un nicho súper específico, pudiendo ofrecer su sabiduría, carisma o lo que sea que tenga para dar, pero hacia un grupo reducido de gente y a un muy bajo costo. Creo que la clave está aquí.

Así quizás surgirán nuevos maestros online que, con o sin experiencia, podrán brindar a las personas o familias interesadas un sinfín de experiencias, conocimientos o enseñanzas más allá de que sean necesarios o no, o tal vez puedan parecer algo inútiles. Solo  pensaré diez casos que se me ocurren como ejemplo sin mucho análisis: doctores italianos jubilados post pandemia que quieran contar la verdadera historia de lo que pasó en esos dramáticos meses, ex bailarinas de danza clásica que expliquen la mejor versión para pararse en puntas, artesanos que puedan mostrar al mundo cómo hacer locomotoras del siglo XVIII en miniatura, especialistas en hongos en los pies, pianistas especializados en la obra de Chopin, cómo hacer y cuidar una huerta en tu casa, un escritor que cuente un resumen de su libro de modo verbal, dar a conocer tu ciudad como un guía de turismo casero, técnicas de pintura expresionista, y quizás hasta podrían existir breves cursos para aprender a hacer torniquetes ante heridas caseras que sean sólidos, efectivos y con un poco más de estilo y sin dramatismo.

¡¡Gracias a Baikal y a Campa !!!

Javier Ahusborde