El budismo, ese gran malentendido

19/02/2021

Camila Naveira nos cuenta acerca de la primera clase del año en el recorrido de la cultura universal con Dani Molina sobre budismo.

Con esta charla sobre Budismo Dani Molina inaugura un ciclo que se extenderá durante todo el año y abordará diversos temas, ideas, pensadores y autores que nuestro orador eligió agrupar bajo la etiqueta del ocio. 

Daniel presenta al ocio como lo contrario de negocio. Los occidentales tenemos una idea del ocio como aquello que podemos hacer en el tiempo libre, dedicamos gran parte de nuestra vida a ganar dinero y demás tareas productivas y el tiempo que nos queda lo usamos para divertirnos. Pero todo está organizado en torno de la negación del ocio, al cual accedemos solo si nos queda tiempo. Pero para el mundo greco romano era todo lo contrario (para el varón libre que contaba con medios suficientes): la verdadera vida era no hacer nada, porque cuando uno no hace nada la mente se libera, es creativa y produce cosas nuevas e interesantes. Placeres intelectuales, eso era el ocio. 

En el marco de esta propuesta hoy Daniel habla sobre Budismo. Comienza recomendando un libro de Borges titulado «¿Qué es el Budismo?».

El budismo para los occidentales es un gran malentendido. Lo pensamos como una religión o una filosofía y no es ninguna de las dos. El budismo comienza con un gran mito sobre cómo nace el que conocemos como el gran Buda, pero el mismo Buda dice que no hay nada de único en él, sino que ser Buda es el destino humano, que ya hubo otros y que todos podemos serlo. Buda no es un YO, es un estado. Es el Bodhisattva, es decir, aquel que está al borde de la iluminación y decide no dar el siguiente paso para quedarse de este lado de la vida ayudando a otros humanos a encontrar el camino. Pero lo más interesante es que el budismo no es dogmático y no cree en un mismo camino para todos. Para el budismo cada uno es su camino. 

Buda nace como el Príncipe Siddhartha en un pequeño reino de la India hace más de 2.000 años atrás. Su padre lo encierra para ocultarle el sufrimiento y la muerte. Cuando su padre muere logra salir y descubre que los seres sufrimos y que todos nos vamos a enfermar y morir. Decide entonces retirarse a meditar en una cabaña. Inventa la meditación y empieza a respirar de otra manera hasta que se ilumina y llega al Nirvana. 

La iluminación es para el Budismo la aniquilación del pensamiento, el momento en el que comprendemos que no existe todo lo que pensamos. Una vez alcanzado el Nirvana sabemos que todo lo que está alrededor no existe, como cuando estamos experimentando nuestros sueños. El samsara es el universo como ilusión, porque todo lo que existe es ilusorio. 

Sin embargo, Buda decide seguir la vía media entre la vida completamente ascética, retirada del mundo y la vida metida en el mundo, convirtiéndola en una disciplina de salvación. Buda se opone a definir cuestiones, cuando le preguntan si tienen que hacer tal cosa u otra para salvarse, él responde: imagina que voy caminando por el bosque y me tiran una flecha, no me pregunto cómo llegó la flecha a mí, sino que me ocupo de extirpar la flecha. Si entendemos esto, afirma Daniel, estamos a un paso de la iluminación. 

Tratar de saber teórica y exhaustivamente algo es alejarse de la acción de estar en el momento. Cualquier texto budista nos aleja del budismo. Mientras más sepamos del budismo, más lejos estamos del budismo porque no es ni una historia, ni una teoría. Esto es lo más importante que tenemos que entender sobre el Budismo. 

Otro aprendizaje importante es que la vida está destinada al sufrimiento, vivir es sentir y sentir es sufrir. Buda tiene una concepción del deseo muy parecida a la de Platón: el placer es como si nuestra alma fuera un gran tonel agujereado. Si al tonel agujereado le ponemos un litro de agua, se pierde un litro de agua. Nuestros deseos son agujeros que pierden lo que reciben. El deseo quiere llenar el tonel agujereado y por eso el placer no se puede saciar jamás. Cada vez que intentamos agregar placeres a nuestro deseo son más cosas que no nos satisfacen. Esa es la razón por la cual siempre va a haber sufrimiento. El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Siendo humano tenemos que trabajar para liberarnos del sufrimiento. 

El karma es eterno pero puede ser aniquilado, al romper la rueda de las reencarnaciones. 

Todo lo que hacemos planta una semilla en la reencarnación futura. Mientras más obremos bien, menos karma negativo tendremos en la próxima reencarnación. Obrar bien, para el budismo, es no intervenir en la vida de los otros: no importa lo que el otro haya hecho, no hagas nada para que el otro tenga dolor. Uno mismo se hace daño, lo puro y lo impuro proceden de uno mismo, ningún hombre puede purificar a otro. 

El karma es una ley de conservación de la energía moral de la persona, pero no moral en términos cristianos, sino entendida como no interferir. Porque para el budismo nadie puede dar perdón ni nadie puede castigar a otro. En este sentido, el error de los occidentales -y sus creencias- es creer que el ego puede ayudar a los otros. 

En el gran sermón de Benarés, Buda afirma que la enfermedad es el sufrimiento que se experimenta por el hecho de nacer, de desear y no conseguir, de envejecer y saber que vamos a morir. Para salir de la enfermedad hay que entender el origen del sufrimiento es el deseo de seguir vivos. El deseo de vivir es la sed que lleva a la reencarnación, volvemos a reencarnar porque queremos seguir viviendo, queremos la oportunidad de otra vida en la que seamos mejores. La curación sería preguntarnos cómo podemos aniquilar el sufrimiento, y esta es la tercera gran verdad de Buda en Benarés: la aniquilación de la sed, apagar la llama del deseo por la vida. Y la rectitud es la respuesta, la vía media y el recto pensamiento, ni retirarse de todo ni sumirse en lo carnal. La vida media entre lo carnal y lo ascético, entre lo moral y lo práctico a la vez. 

Nirvana viene del sánscrito que significa extinguirse. Una vez que apagamos la conciencia podemos seguir viviendo pero como si estuviéramos en un sueño. Nirvana es la salvación pero no el camino hacia la salvación, el budismo es una práctica que cada uno tiene que hacer a su manera y no busca el castigo. Esto es radicalmente diferente a cómo pensamos en el mundo occidental: obrar bien no es dar limosna, sino no causar daño a nadie. 

Para finalizar Daniel lee y recomienda un texto complejo pero brillante del filósofo Oscar del Barco. 

Camila Naveira.