El médico del pueblo no se va

Hace unos meses íbamos paseando por pueblos de España y pasamos por uno muy pequeñito en el que había una gran fiesta. Parecía que todo el pueblo estaba ahí. Probablemente de hecho lo estaba. 
 
Nos acercamos a mirar y, colgado de la iglesia, enmarcando la celebración había un enorme cartel que decía «el médico no se va». Eso se celebraba. 
 
Imaginen el lugar de ese médico en ese pueblo. Imagínenlo yendo a la panadería por la mañana o a un bar por la tarde. Saludado, respetado, apreciado, necesitado. Ahora imaginen una fiesta así en una gran ciudad. «El gastroenterólogo número 473 no se va». No pasaría, ¿no?.
 
Para tener un buen lugar profesional nosotros tenemos que ser únicos en lo que hacemos o en cómo lo hacemos. No ser uno más. Ser el médico del pueblo, aunque vivamos en una gran ciudad.
 
Encontrar esto en nuestros propios trabajos, presentes o futuros, es lo que hacemos en el Taller de desarrollo profesional.
 
 
Y, como me están escribiendo para contarme que estas ideas a algunos les sirven mucho, voy a ir compartiendo algunas también en estos mails durante las próximas semanas y meses. 
 
Emiliano