Maratón platónica y la frontera del conocimiento

por | 26/05/2020

Hace muchos años, en los albores de Baikal, Melina Furman dio una clase de educación y mencionó un proyecto de la Universidad de Chicago que consistía en educarse a través de la lectura de los grandes libros de la humanidad. A medida que Melina hablaba, todos en el living (Baikal al principio era un living) nos derretíamos en nuestros sillones, literalmente. Queríamos eso.

Nos pusimos a investigar y encontramos que Einstein con dos amigos formaron la Akademie Olympia, un grupo de personas que se juntaban a autoeducarse a través de textos clásicos, tanto de física como de filosofía. Leían desde Poincaré hasta Spinoza, Hume y El Quijote. Así que ya teníamos el nombre: nuestro proyecto se llamaría la Academia Olimpia, en homenaje a Einstein (y a Melina).

Fueron de los momentos más lindos de esos años. Una lectura acompañada de las grandes obras de la humanidad. Todas las noches leer unas paginitas de Platón, hasta terminar toda su obra. Después ir para atrás, a los presocrácticos. Escuchar a Andrei recitar el poema de Parménides. Leer el Tao en 8 idiomas simultáneamente. Jugar con las monedas del I Ching. Agonizar con la Metafísica de Aristóteles.

Leer de esa manera no tiene nada que ver con hacer un curso ni con leer solo. Es una experiencia completamente distinta. Implica entrar en los textos en un nivel de granularidad, hacer zoom in de una manera que te permite entender otra dimensión conceptual y estética completamente diferente. Es como leer con microscopio: ves y disfrutás de cosas que en un curso o leyendo solo no ves.

Borges decía que todos sus libros estaban en Fervor de Buenos Aires, su primer libro. Pero que solo él podía verlos. A nosotros nos empezó a pasar eso con Platón. Vimos que las ideas más novedosas de Silicon Valley ya estaban explicadas en El Banquete como ningún gurú podrá jamás explicar*. Vimos las ideas más importantes de la educación en pasajes de La República. Vimos el rol de la mujer en Diotima, la maestra de Sócrates, que es el maestro de todos.

A partir de hoy vamos a revivir esta aventura. Por un año nos vamos a sumergir en la obra de Platón, en cada diálogo, en cada idea. Va a ser como un viaje. Un viaje a un lugar a la vez muy lejano y muy familiar. A un lugar de cavernas y triángulos. De deseo, falta y amor. Y en este viaje vamos a tener al mejor guía imaginable. Nos va a llevar de la mano, semana por semana, texto por texto, Christián Carman.

Si ustedes también se derritieron con la idea de una experiencia de lectura totalmente distinta, déjense llevar por el mejor de los filósofos poetas de la actualidad a conocer al mejor de los filósofos poetas de todos los tiempos: Maratón platónica.

* Si quieren ver cómo lo último de Silicon Valley ya estaba enseñado en Platón hace 2400 años, lo cuento acá Eros: el fuego emprendedor.

Emiliano.