Mono no aware
Viviana Alonso, alumna de «Aproximación a la cultura japonesa».
Cuando me inscribí en el curso “Aproximación a la cultura japonesa”, no le presté atención a la palabra “aproximación”. No la registré. Fue poco a poco que empecé a captar su sentido y la razón por la que Anna Kazumi la había incluido.
Anna entró a la cultura japonesa por la puerta de la literatura, con textos clásicos y contemporáneos. Uno de los primeros fue Hagakure, libro sobre el bushido o modo de ser del samurai. Según explicó Anna, el modo de ser del guerrero se aprendía en la práctica, no solía escribirse. A principios de 1700, hacía más de 100 años que Japón vivía una época de paz, y la élite de los samurai cumplía funciones administrativas (como el cobro de impuestos) más que bélicas. En ese contexto, el samurai Yamamoto Tsunetomo, ansioso por recuperar las prácticas del arte de la guerra, se retiró a las montañas tras la muerte del daimyō o señor feudal a quien servía. Y, entre 1710 y 1717, le dictó a un discípulo sus reflexiones sobre las situaciones en que la figura del samurai tenía sentido.
Hagakure enseña que el samurai debe estar preparado para la muerte, tener sus asuntos al día y ser muy consciente de lo efímero de la vida. El libro también previene contra los calculadores, las personas que consideran que sobrevivir es mejor que morir y, por ende, evalúan las probabilidades de la victoria antes entrar al campo de batalla. El samurai, en cambio, debe evitar calcular si ganará o será derrotado, debe ingresar al combate con la “no mente” o la mente vacía, sabiendo que no tiene control sobre la situación y que la impermanencia es parte esencial de la condición humana.
Anna dejó en claro que la impermanencia de las cosas tiene un lugar destacado en la sensibilidad japonesa. Lo sintetiza la frase mono no aware que significa “la sorpresa al darse cuenta de la extrema belleza de las cosas efímeras” y se pone de manifiesto, por ejemplo, en el festejo del florecimiento del cerezo, un ritual que además de celebrar la llegada de la primavera, muestra de manera tangible lo efímero de la vida. Desde que escuché esa explicación de Anna empecé a hacer el ejercicio de intentar captar la belleza de lo efímero.
En las siguientes clases, el código estético del mono no aware apareció en las pinturas y en los fragmentos de películas, en las frases que sugieren en vez de mostrar. No me resulta un concepto fácil de percibir, no estoy acostumbrada. No es obvio; más bien, es sutil y evanescente. Hay que mirar con detenimiento; si vas rápido o desatento, vas a seguir de largo y tal vez no lo registres. Como señaló Anna desde el nombre del curso, el encuentro llega por aproximación.
Viviana Alonso