Ni nacido, ni hecho: sido

28/07/2020

Alejandra Remaggi, alumna de Vivan las Ideas.

Desde que comencé a participar de Vivan las Ideas cada sábado es como una fiesta. Mmmm no, no es algarabía y ese maravilloso descontrol …Es más como un regalo. ¡Eso! Como una buena charla con alguien interesante, con una amiga o amigo de esos que siempre te tocan el alma, te dejan algo picando para masticar un par de días después. Puede ser gracioso, o simple, o conmovedor y movilizante. No importa, siempre suma, siempre abre, siempre aporta.

¡Cada sábado que me desconecto de Vivan las Ideas agradezco la chance de poder hacerlo! Una verdadera dosis de “cosas buenas”, nutrición para la cabeza y para el alma. Tan necesarias y a las que por la corrida o las falsas prioridades a veces no les dedicamos el rato que ameritan. No sé muy bien cómo llegue hasta acá. Creo que – tal como vimos en el anteúltimo encuentro – mucho de azar derivó en este descubrimiento, y muchos efectos inesperados seguramente vendrán porque realmente “toca fibra” cada mañana de sábado.

Hoy por ejemplo (sábado 25 de julio): abordamos El camino del artista. Ni pasos, ni consejos, ni recomendaciones. Un maravilloso compendio de abordajes a partir de charlas previas con artistas de diversas disciplinas, en donde el objetivo era salir con más preguntas que respuestas. Así que este resumen no tendrá grandes conceptos ni autores sino frases disparadoras para pensar y “ensancharse”.

Más allá de cualquier definición, el arte tiene tres características o dimensiones siempre presentes. La primera de ellas es la observación. Y observar no tiene solo que ver con la vista, sino con todos los sentidos: poder describir una textura, un aroma, un sonido que nos ayuda a contar cosas triviales, esas cosas de todos los días que si uno logra detenerse y observar logra hacer la vida más interesante. Educar la mirada y reproducir la textura de la vida, en ese lugar donde se juntan el mundo interno y el mundo externo, esta interfaz que llamamos arte.

Volver a despertar la sorpresa, resetear los ojos a la primera vez que vimos algo. Y digo ojos, pero son sentidos. Leer, indagar, aprender, porque saber te ayuda a ver lo que tenés en frente. Quitar etiquetas de lo aprendido, ser conscientes que nuestra percepción del mundo – nuestro mapa – no es el mundo, no es el territorio. Es simplemente nuestra representación de él, y podemos tener tantas (representaciones) como perspectivas o abordajes hagamos del mismo.

La segunda es la práctica, la “fisicalidad” el arte, el poner manos a la obra. El arte no es solo intelectualidad, sino necesidad de tocar, de generar, de hacer. Aunque escribamos, igual hay un hacer con nuestros cuerpos, con nuestras manos. Sea por proyectos (con una técnica o idea pre-pensada), sea por descubrimientos espontáneos, lanzarse a generar sin mucho filtro, practicar, exponerse y probar, parecen ser las formas necesarias para lograr generar arte. O el que el arte nos encuentre y nos sorprenda a nosotros. El arte está
en nosotros, “se nos sale”. Todos tenemos cosas (colores, adjetivos, imágenes) que no sabemos bien dónde poner. Reflexionemos sobre esos aspectos que tenemos frenados o trabados que no dejamos salir. Si logramos hacerlos conscientes, podremos liberarlos. Porque algo maravilloso puede que suceda al final de ese camino y es que aparezca, mágicamente, un concepto englobador que le de sentido a todo lo que hicimos para llegar hasta hoy, que estaba ahí antes, desde el comienzo, pero que habíamos logrado vislumbrar hasta el final del camino.

La tercera, infaltable, es la inspiración. ¿De dónde surge? ¿Es interna o externa? Las opiniones son variadas. Parece que si tomamos una idea más renacentista donde es el artista quien la tiene y la muestra, la presión de nuestro ego acaba por coartarla. Pero que, si logramos tomar un concepto anterior, donde somos instrumentos o artesanos de una inspiración que nos elije como vehículos para mostrarse, este “no ser del todo responsables” nos ayuda a crear de manera más liviana y nos hace continuar en nuestro intento de
mostrar nuestro arte al mundo.

Solemos pensar que las restricciones no hacen más que ponernos trabas y cercenar nuestra creatividad, pero en realidad si logras “abrazar tu temblor”, tus defectos, tus limitaciones, en realidad lograrás abrir puertas mágicas y antes invisibles a tu creatividad y a tus posibilidades. Y aquí me animo a sumar que tenemos que poner de nosotros –la fisicalidad otra vez, las manos a la obra– poner nuestra actitud para lograr tomar e incluso inventar restricciones que nos impulsen a superarnos como artistas, y por qué no, como personas.

Cuando empezó la charla Gerry dijo que sería muy desestructurada, algo así como una “charla de borrachos”, libre y zigzagueante. Será por eso que termino de escribir esta humilde bitácora acompañada de una copa de vino.

¡Salud!

Alejandra Remaggi