Recordar es narrar

26/11/2020

Santiago Tissembaum Augé nos cuenta sobre el segundo encuentro con Mariano Sigman en “El poder de la palabra”, donde se analizó en profundidad el círculo indivisible entre la creatividad y la memoria.

La memoria no es un cajón en el cual depositamos un montón de datos, sino una serie de narraciones que generamos a lo largo del tiempo. En esta segunda clase sobre el poder de las palabras, Mariano Sigman, junto a su invitado Jacobo Bergareche, nos hablan sobre la estrecha relación entre las palabras, la memoria y la creatividad.

Jacobo es escritor y nos contó sobre su próximo trabajo, que tratará sobre las primeras experiencias de una persona. El primer beso, amor o viaje. A partir de las mismas, uno va desarrollando una imagen de sí mismo, comenta el invitado. Para esto, necesitamos historias que encuadren esas ideas. Pero no se trata de una mera reproducción de nuestras experiencias, sino que en el proceso también creamos esa imagen. Nos construimos en base a relatos.

A partir de allí, Mariano tomó la posta y llevó más allá esta relación, para conjugarla con la creatividad. Esto es algo que, en general, causa bastante ruido. Estamos acostumbrados a que nos planteen a la memoria y la creatividad como antagónicas. Se trata de una idea equivocada, y Mariano nos muestra las razones.

En primer lugar, la memoria se construye con creatividad. Aumentar la memoria no consiste en tener un cajón más grande donde depositar cosas, sino de ordenarlo correctamente. Y para hacer esto, uno necesita ingenio. El ejemplo más claro, marca Mariano, es el del palacio de la memoria. Se trata de una técnica mnemónica que consiste en asociar los datos a distintos espacios físicos. Esta práctica tiene éxito ya que somos increíblemente buenos para recordar aspectos relacionados a los espacios físicos. De esa manera, se trata de unir las palabras a estos lugares, las distintas salas de nuestra casa, por ejemplo. La capacidad reside en la manera en la que distribuyamos esas relaciones, se trata de un ejercicio de arquitectura. Los ajedrecistas ponen a prueba esta técnica a diario.

En segundo lugar, la creatividad es hija de la memoria. ¿Cómo podríamos construir cosas nuevas, si no es a partir de la conjugación de otras que ya conocíamos? El ejemplo que nos dio Mariano fue el de la canción Yesterday. Paul McCartney, su creador, comenta haberla compuesto en un sueño. Podríamos interpretar esto como un caso de extrema creatividad. Pero esa canción no se nos podría haber ocurrido a nosotros, simplemente porque no tenemos todas las melodías y recuerdos que conjugar como para poder hacerlo. La memoria de McCarney fue la que le permitió llegar a esa canción. Todo lo que ya sabía, combinado de una manera excepcional. Así, podemos ver cómo la creatividad y la memoria forman un círculo indivisible. 

Finalmente, Mariano hizo la distinción entre grabar memorias y evocarlas. Funciona de la misma manera que un archivo en nuestra computadora. En el primer caso, cuando las grabamos, se vuelven intocables e inmodificables. Pero cuando las traemos a nuestra mente, cuando las narramos, son frágiles y alterables. Es la interpretación de los hechos lo que importa. Así, las palabras no sólo sirven para hacer presentes nuestras memorias, sino también para construirlas. Recordar es narrar.

Santiago Tissembaum Augé.