¿Se puede acertar peor que al azar y aún así terminar con buenos resultados?

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Hace unas semanas en el Club de Inversores hablamos sobre Rover, una compañía de Estados Unidos que desarrolló un marketplace para el cuidado de mascotas. La plataforma está pensada principalmente para las personas que tienen que viajar y deben encontrar un cuidador con quien dejar a sus animales.

Luego de haber presentado la empresa, conversé con uno de los miembros del club acerca de los riesgos que tiene. Entre otras cosas vimos: que el concepto todavía es muy nuevo, que los cuidadores pueden usar la plataforma para conseguir clientes y luego seguir por su cuenta, y que quizás en el futuro los dueños sigan confiando en sus cercanos para dejar a sus mascotas. Además, es una empresa pequeña y tiene los típicos riesgos de una compañía de ese tamaño.

Al terminar de repasar todo esto, la pregunta era: ¿por qué invertir en una empresa con tantas causas que la harían desaparecer? Lo que vimos es que, aún cuando lo más probable es que la compañía se funda, puede tener sentido invertir en ella.

La clave está en la diferencia entre la probabilidad de ocurrencia de un escenario y su valor esperado (o esperanza matemática). O mejor dicho, también tengo que mirar cuánto pierdo cuando pierdo, y cuánto gano cuando gano. Si la compañía se funde, está claro que perdí todo lo que invertí en ella. Ahora, si no se funde, ¿cuánto puede crecer? ¿Puede valer 5 veces lo que vale hoy en día? ¿Puede valer 10, 20 o 100 veces?

Supongamos que podemos estimar la probabilidad de estos escenarios para Rover de acá a 10 años. Este es un ejercicio tentativo para ilustrar el punto, no intento dar una estimación real. Digamos que con los argumentos anteriores tiene un 60% de probabilidad de fundirse. Ahora asumamos que con un 10% de probabilidad la empresa en 10 años va a seguir en el mismo lugar que está hoy. Con otro 16% de probabilidad va a crecer 5 veces su valor actual. Además, existe un 12% de que crezca 10 veces y un 2% de que lo haga 100 veces.

Obviamente, el desafío consiste en estimar bien estas probabilidades. Para esto es clave incorporar un gran margen de error. Recordando a Buffett, es preferible estar vagamente en lo cierto que precisamente equivocado.

Supongamos que tengo 100 dólares para invertir en Rover y hagamos las cuentas. Con 60% de probabilidades pierdo todo. Con 10% sigo con mis 100 dólares. Con otro 16% los convierto en 500. Con 12% los convierto en 1.000 y con 2% los convierto en 10.000. El valor esperado consiste en sumar la probabilidad de cada escenario multiplicado por el retorno que obtengo en caso de que ocurra. En este ejemplo, el valor esperado será igual a

0.6*0 + 0.10*100 + 0.16*500 + 0.12*1.000 + 0.02*10.000 = 410.

¿Qué significa ese 410? Este número me dice el retorno promedio que voy a tener si invierto muchas veces en una compañía con estas probabilidades. Es decir, si invierto muchas veces en Rover en promedio voy a obtener 410 dólares por cada inversión. Fíjense que el retorno promedio es mayor a la inversión inicial. Lo que ocurrió acá es que, si bien lo más probable (por lejos) es que pierda todo, cuando gane voy a más que compensar las pérdidas incurridas anteriormente.

Antes de avanzar a las conclusiones, es importante marcar dos cosas. En primer lugar, para pensarlo de esta manera necesitamos tener muchas compañías con estas características. Si solo tenemos una, estamos asumiendo un riesgo gigante de perder todo nuestro capital. En segundo lugar, para que ese valor esperado tenga sentido, las compañías no deben estar correlacionadas entre sí. Es decir, cuando a una le vaya mal, las otras no deben verse afectadas. Si además de Rover me compro a las que compiten con ella, probablemente lo que haga fundir a Rover también fundirá a las demás, y este análisis no es válido.

Pero fíjense la magia de pensar compañías chiquitas con la idea del valor esperado. Lo más probable es que pierda todo, pero mientras mis pérdidas son limitadas a la cantidad que invertí, las ganancias son potencialmente ilimitadas. Esto significa que tengo pagos asimétricos a mi favor. Los portafolios de este estilo se conocen como portafolios convexos.

No necesito que a todas las empresas en las que invierto les vaya bien. De hecho, solo necesito que unas pocas lo hagan. Siguiendo a Taleb en Antifrágil: «Alguien con pagos lineales necesita estar en lo cierto más del 50% del tiempo. Alguien con pagos asimétricos, mucho menos. El beneficio oculto de la antifragilidad es que puedes adivinar peor que al azar y aún así terminar con buenos resultados».

Esta forma de pensar también la vemos en Peter Lynch y su búsqueda de compañías de rápido crecimiento. Lynch nos marca que es allí donde podemos encontrar las empresas que multipliquen por 10, 40 y hasta 200 veces su valor. Y encontrar una o dos de estas puede significar toda una carrera.

En todos estos casos, lo que debemos tener en claro es que no tiene sentido mirar solamente la probabilidad de que algo vaya bien o mal. Lo que importa es qué pasa cuando va bien y qué pasa cuando va mal. Y si conseguimos tener una asimetría a nuestro favor en los resultados, entonces es cuestión de lidiar con las pérdidas controladas hasta que llegue ese gran retorno que sobre-compensa por todo lo anterior.

En el Club de Inversores de Baikal nos dedicamos a buscar y compartir compañías chiquitas que puedan tener pagos asimétricos. Si te gustaría formar parte, puedes ver más información en este enlace: https://institutobaikal.com/club-de-inversores/.

Santiago Tissembaum

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