Una buena idea para mi

14/08/2020

Ana Paula Stavole, alumna de la clase abierta Seminario de emprendedores.

Llegar casi a los treinta en tiempos de pandemia, es hacerlo habiendo repensado casi todas las estructuras que había dibujado allá por los 25, 26, saliendo de la facultad, donde pensaba que tener el título me daría ese empoderamiento feroz para salir a comerme el mundo. Nada de eso pasó. Hoy,  después de casi cuatro años, me siento más pequeña que nunca, con muchas inseguridades que, por supuesto, son mías, pero que también vienen de la mano de una educación a la que le faltaron muchas herramientas.

En este contexto, Baikal se ha vuelto un referente portal de acceso al conocimiento autogestionado. Tuve acceso a la clase Semillero Emprendedor, dictado por Emiliano Chamorro, entre otras clases que han abierto de manera gratuita para que personas como yo, como vos seguramente, nos acerquemos y descubramos que hay mucha gente haciendo lo que les gusta hacer y eso es contagioso.

Entre tanto contenido valioso, como la importancia de leer a Paul Graham si estoy en este camino,  me quedó muy marcada la idea de que para emprender no es necesario únicamente contar con una buena idea, sino, dar con aquella que sea una buena idea para mí. Porque buenas ideas hay por doquier, pero ¿son acaso buenas para cualquier persona? Y si hay que empezar por algún lado, el principio del principio, por no llamarlo la clave, es mirar para dentro y tratar de descifrar para qué uno es bueno, porque también sucede, que a veces somos buenos para algo que nada tiene que ver con querer vivir de eso. Esa palabra, descifrar, es el proceso que más cuesta, parece difícil, pero la metodología que comentó Emiliano es sencilla, siempre y cuando seamos sinceros con nosotros mismos. Mirar para adentro se puede traducir de dos maneras: mirando en una dirección (pasado) o en otra (futuro). Si miras para para atrás, el ejercicio consiste en identificar los hechos concretos pasados y quedarán a la vista tus habilidades e intereses. Si miras para adelante, tenés la oportunidad de plantar bandera en eso que sentís que es para vos, en apropiarte de eso que hace tiempo te interesa. Esta segunda opción, requiere un doble esfuerzo, arriesgarse y comprometerse, comprometerse a apropiarse de ese terreno hasta ahora un tanto desconocido.

Entrando en el terreno de la idea, tenés que lograr hacer algo que fanatiza a la gente, porque con que le guste muchísimo no alcanza. Un consejo de Emiliano, es que a mí mismo me tiene que fascinar la idea, me tiene que parecer espectacular y esto no se traduce en confiar en tu proyecto, sino más bien en sentir que te morís por ser tu propio cliente. Tené en cuenta que cuando algo funciona, funciona rápido, es decir, es mejor invertir más tiempo en encontrar lo que funciona que en convencer(te) sobre algo que está trabado.

Pero ¿qué funciona? Funciona empezar con algo pequeño, entrar por abajo a los mercados, nada de proyectos costosos; funciona algo que le mejore la vida a un pequeño grupo de personas, es fundamental no querer conquistar un gran terreno; funciona prestar atención a los cambios, observar aquellos que atraviesan a la sociedad; funciona estudiar lo que hace un pequeño grupo de personas.

Y para cerrar, me permito sumar a los consejos de Emiliano, que lo que (me) funciona es hacerse preguntas, es expandirse, es rodearse de gente entusiasta, es moverse de las comodidades, es resignar oportunidades que a simple vista parecen grandiosas pero que carecen de oportunidades donde puedas ser vos mismo, es andar con los ojos bien abiertos. 

Lo que sí funciona es formar parte de comunidades como Baikal.

Ana Paula Stavole